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Thursday, May 8, 2014

Mammon

Mammón es el arquetipo de la avaricia, la codicia y el materialismo, es el demonio que sonríe ante los abusos del capitalismo salvaje, el incremento de la brecha entre ricos y pobres y la servidumbre del alma humana a la sed desmedida por adquirir dinero, ya sea para hundirse en las aguas del hedonismo desmesurado o para rendir culto al vacío trabajando para fantasmas como el estatus o el poder económico. Mencionado por Jesucristo en el Sermón de la Montaña, Mammón es un demonio que no comparte su espacio con los deseos que Dios inspira en el hombre pues, como dijo El Maestro, “no podéis servir a Dios y a Mammón”
Mammón era el dios de las riquezas en el panteón de los fenicios y, ligada a esa posición del dios, estaba la palabra fenicia “mommon”, la cual se traducía como “beneficio” o “utilidad”. Luego, por contacto cultural, pasó a ser una palabra aramea que significaba “riqueza”, a su vez que en hebreo “matmon” significaba “tesoro” y “Mammón” era un nombre que se usaba comúnmente para simbolizar a la riqueza y a la avaricia.
La figura del demonio avaro fue registrada por primera vez durante el Sermón de la Montaña, sermón en el que Jesucristo la usó después de haber advertido sobre la superioridad de acumular tesoros en el cielo en lugar de amontonar dinero y bienes mundanos que la muerte se llevará con ella; así pues, Jesús dejó en claro que nadie podía servir a Dios y a su sed de riquezas (a la que aludió con el nombre “Mammón”); siendo que, en tiempos de Jesús, era común entre los hebreos el simbolizar a las riquezas y al deseo de dinero a través de la figura de Mammón.
Por lo anterior, en el contexto bíblico Mammón viene a ser la personificación de la avaricia y el materialismo. Resaltamos lo de las traducciones ya que en unas versiones se ha puesto “Mammón” mientras que en otras se ha hablado de “abundancia deshonesta” o expresiones similares, o de “el dinero” y “las riquezas” en lugar de “Mammón”; aunque, y esto es muy importante, en las versiones griega y hebrea sí se habló de “Mammón”, por lo que resulta claro que Cristo sí personificó a la avaricia en Mammón tal y como se ve en este pasaje de cierta traducción española: «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mammón.» 

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